Hace unos meses escribí en el blog un artículo en el que reflexionaba en torno a la idea de si en España existen más escritores que lectores. La conclusión a la que llegué fue afirmativa y para obtenerla me basé en las estadísticas del INE sobre producción editorial, así como en los resultados del Barómetro del CIS sobre hábitos de lectura. Los resultados de este último estudio eran de diciembre de 2014, pero en estos dos años transcurridos las cosas no parecen haber mejorado a juzgar por un nuevo estudio del CIS de octubre de este año en el que vuelven a repetirse los bajísimos niveles de lectura en nuestro país. Más del 36% de españoles no lee nunca y el motivo por el que no lo hacen es que no les interesa o no les gusta.
Ante este panorama, creo que las actuales campañas de fomento de la lectura están abocadas al fracaso. Si un alto porcentaje de la población no lee porque no le da la gana, ¿qué se puede hacer para cambiar esto? Supongo que muchos nos hemos hecho esta pregunta más de una vez. En mi gremio, el de los bibliotecarios, es una interrogación constante. Imagino que en el ámbito de editores y libreros también debe de ser una preocupación significativa ya que del interés lector de la población depende la sostenibilidad de sus negocios. Por supuesto, también a los escritores nos preocupa este asunto puesto que no tiene sentido escribir libros para un público inexistente. Por último, también me gustaría pensar que los políticos se hacen a menudo esta pregunta, pero… ¿cuántos habéis visto hablando de fomentar la lectura? Yo no recuerdo ni uno solo. Y eso que soy bastante asidua a los programas de tertulias políticas.
A continuación comparto con vosotros algunas ideas (o desvaríos) sobre un tema del que probablemente nadie conozca la solución:
- Prohibir la lectura (o simularlo)
Hace poco leí un artículo fantástico de Juan José Millás donde habla de las cosas que les cuenta a los adolescentes cuando los profesores de instituto le piden que vaya a dar charlas para fomentar la lectura. Lejos de decirles que tienen que leer porque leer es bueno, él les dice que “la lectura es ya una de las pocas actividades transgresoras en una sociedad en la que prácticamente todo está permitido”. “El joven verdaderamente peligroso es aquel que un viernes o un sábado por la noche se queda en casa leyendo Madame Bovary”. Me parece que Juan José Millás da en el clavo con este discurso. Los adolescentes no quieren hacer aquello que a sus padres, a sus profesores o a la sociedad les parece que está bien. Ellos son rebeldes porque les toca serlo y, por tanto, si les dicen que tienen que leer porque eso es bueno, no lo harán siempre que puedan evitarlo del mismo modo que tampoco comerán verduras si en su lugar pueden zamparse una hamburguesa del McDonalds tamaño XXL. Todos sabemos el encanto que tienen las cosas prohibidas para un joven rebelde (o no tan joven). Evidentemente, en un sistema democrático a nadie se le va a ocurrir prohibir la lectura pero, como también dice Juan José Millás, “uno de los factores que más daño ha hecho a la lectura es el consenso respecto a sus virtudes”. Teniendo en cuenta esto, quizás habría que cambiar ese discurso trasnochado y aburrido en el que se basan todas las campañas de fomento de la lectura.
- Programas de televisión verdaderamente atractivos
¿Os habéis dado cuenta de que de un tiempo a esta parte muchos niños quieren ser cocineros o están interesados en la cocina? Recuerdo que en mi época —esta frase suena horrible, últimamente la digo muy a menudo aunque en realidad no soy tan vieja— a los niños no nos gustaba acercarnos a la cocina más que para ir a buscar nuestra merienda. Estoy segura de que ese creciente interés por la cocina tiene mucho que ver con ese famoso reality show donde niños desconocidos compiten por ver cuál de ellos elabora las mejores exquisiteces culinarias (aunque también es posible que haya influido el cambio de roles de la sociedad actual, donde no solo la madre es la que cocina sino también el padre). ¿Si este modelo de programa ha funcionado con la cocina, por qué no podría funcionar también con la lectura?
Por otro lado, últimamente se han puesto de moda los canales de youtube dedicados a la recomendación de libros. Se trata de los llamados booktubers, jóvenes que cuelgan vídeos en Internet en los que se graban a sí mismos hablando sobre los libros que leen. Algunos de ellos, por sorprendente que parezca, tienen miles de seguidores. ¿Cómo han conseguido que tanta gente vea sus grabaciones en las que solo hablan de libros? Sin duda es un fenómeno apasionante y quienes tengan interés en fomentar la lectura deberían tenerlo muy presente.
Si yo hiciera un programa de televisión cuyo objetivo fuera fomentar la lectura, trataría de analizar el éxito de los booktubers por un lado, y por otro el de los programas tipo Master Chef y trataría de hacer una simbiosis entre ambos modelos. Es evidente que muchos jóvenes siguen los canales de los booktubers porque se identifican con ellos. Por tanto, si se emitiera un programa sobre literatura en televisión habría que erradicar completamente la idea de poner a cuatro intelectualoides hablando de libros aburridamente. Yo sacaría a personas parecidas a los booktubers. Algunos de ellos tienen una estética llamativa, como la mejicana Fátima Orozco del canal Las palabras de Fa. Creo que eso sería un gancho bastante efectivo.
- Famosos hablando de libros en las redes sociales
¿Qué pasaría si Cristiano Ronaldo, por poner un ejemplo, pusiera en su cuenta de Instagram fotos de las cubiertas de los libros que lee? No tengo ni idea de qué hablan los famosos en sus perfiles de Twitter e Instagram porque no sigo a ninguno, pero algo me dice que no deben de hablar mucho sobre libros. Tal vez ellos forman parte de ese 36% de la población que no lee nunca, aunque no quiero ser prejuiciosa porque a veces las apariencias engañan.
Para un adolescente (y también para algunos adultos) lo que hacen o dejan de hacer los famosos tiene mucha importancia. Ellos son sus modelos a seguir. Así que no tengo ninguna duda de que si de repente Leo Messi dijera en su perfil de Twitter que su libro favorito es El túnel, de Ernesto Sábato (un argentino célebre, como él) a algunos de sus seguidores al menos les entraría la curiosidad por saber de qué va ese libro. Y quién sabe, tal vez incluso lo leerían.
Fantástico artículo, lástima que te prodigas poco.
¡Muchas gracias! Ojalá tuviera algo más de tiempo para escribir. Un beso fuerte