La protagonista del libro es Rebecca Una, un alter ego de la autora. Rebecca y María José se fusionan en la vida de una mujer que, durante los años de la pandemia, cuida de su madre anciana, prepara las últimas clases como profesora de Matemáticas antes de jubilarse y, sobre todo, lee, escribe y reflexiona sobre múltiples cosas (literatura, arte, familia, vida…). Pero todo esto no se plasma como una simple narración en prosa, sino que adquiere la forma de un extraordinario collage literario: fragmentos «rescatados» de un blog, entradas de un diccionario ideológico, citas de libros, programas de cursos de escritura creativa, entradas de un diario… Por si fuera poco, intercaladas en el texto hay algunas imágenes de hojas arrancadas a un cuaderno que contienen unas «notas discordantes» escritas por Eloy Tizón.

Hay muchas referencias literarias en este libro y me ha gustado mucho comprobar que he leído a un gran número de los autores citados (Alice Munro, Samanta Schweblin, Pilar Quintana, Alejandro Zambra, Jane Smiley, Roberto Bolaño…). Esto, de alguna forma, me ha hecho sentirme más próxima a la autora, como si las lecturas compartidas construyesen algún tipo de vínculo familiar.

El estilo, además, es elegante, poético, inteligente y con sentido del humor. A veces la prosa va transformándose de tal forma que se convierte, no ya en prosa poética, sino en verso mismo.

La edición de Piezas Azules es bellísima y está ilustrada con dibujos del artista Hermelando BM. Es una tirada limitada y numerada de sólo 300 ejemplares así que corran, que igual tienen suerte y aún pueden comprar este pequeño tesoro.