Estar aquí, de Jorge Morcillo

estar aquiEl verdadero arte nos hace mirar con nuevos ojos todo lo que nos rodea. Es como vivir arrebatado y enamorado y conseguir renovar cada mañana esa pasión amorosa, sentirla novísima e impulsiva, capaz de seguir seduciéndonos para no perder las ganas y el empeño de continuar insistiendo y fracasando en la loca y necesaria idea de transformar el mundo.

Con el regreso de Niña Loba al panorama editorial después de un tiempo sin nuevas ediciones, regresa también uno de sus autores más emblemáticos, Jorge Morcillo, con una novela titulada Estar aquí.  Leer a Jorge Morcillo es como volver a un lugar conocido; todos los elementos que ya son característicos del peculiar estilo de Jorge vuelven a aparecer de nuevo en esta obra.

Uno de esos rasgos inequívocos es la casi inexistencia de trama argumental. El argumento de este libro podría resumirse en lo siguiente: Un tipo llamado Samuel Martínez, gaditano y heredero de una empresa familiar dedicada a la fabricación de cubitos de hielo, se marcha a un rincón de alta montaña en Suiza para escribir un ensayo sobre el poeta checo Vladimimír Holan. Para llegar a la cabaña que le ha alquilado una atractiva mujer de origen sefardí, deberá cruzar el Goms Bridge, un puente colgante sobre el Ródano de 280 metros que azuzará su vértigo cada vez que se proponga atravesarlo. ¿Conseguirá terminar (o empezar) su ensayo nuestro extravagante protagonista?

Como vemos, el argumento es mínimo, pero en los libros de Jorge Morcillo lo importante no es la acción, sino la profusión de reflexiones que van encadenándose unas con otras y que tratan los más variados temas: la música, el arte, la familia, el mundo empresarial, la ética, la educación, la ciudad de Cádiz… y sobre todo, la literatura. El protagonista reflexiona sobre el sentido de la literatura desde varias perspectivas:

  • La inmortalidad de la literatura y el diálogo entre el autor y el lector: «Holan está aquí en el Ródano charlando con Hamlet y pronto charlará conmigo». «Para sentirse vivo uno solo tiene que charlar con sus amigos muertos, con sus amigos creadores, tan solo tiene que abrir un buen libro». «Mi literatura no es otra cosa que una conversación incansable e inagotable con unos muertos que para mí están muy vivos». Hay muchas reflexiones en este sentido y esta idea me recordó bastante a unos versos muy famosos de Quevedo:

Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos.

  • El poder sanador de la literatura: «La literatura ha sido siempre el remedio que me ha salvado de todas mis crisis personales». En este punto hay una parte del libro que me ha gustado y divertido mucho, porque otro rasgo característico de los libros de Jorge es su estilo tragicómico para hablar sobre situaciones que no son, en principio, divertidas. Así, el protagonista recuerda cómo la literatura le salvó cuando era un adolescente rebelde al que sus padres encerraron en un «centro educativo para jóvenes difíciles» donde escribía poemas subversivos en las paredes.

Los que hemos leído sus otras obras, podemos detectar mientras leemos Estar aquí los guiños que el autor hace a sus otros libros: Samuel es amigo de Laura Maldonado, protagonista de De cielos y escarabajos y el vino que la arrendadora le ofrece es del viñedo del Vizconde de Labrouste (cuyo castillo es escenario de otra de sus obras, Escribir o escarbar).

Las reflexiones de Jorge Morcillo o de Samuel Martínez o quizás de ambos en este libro me han generado emociones diversas: con algunas estoy plenamente de acuerdo, otras me han parecido algo exageradas y extravagantes y otras, como la que da inicio a mi reseña, son simplemente bellísimas.

Siempre que reseño un libro de Jorge Morcillo digo lo mismo: no lo recomiendo para todos los públicos. Algunos se aburrirán, otros pensarán que es una tomadura de pelo y a otros les encantará. Es lo que sucede cuando alguien escribe de un modo tan particular y alejado de las modas. Felicito por ello al autor y de nuevo a la editorial Niña Loba por su valentía al publicarlo.

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