La gata de Schrödinger, de Aránzazu Gordillo

gata«Nunca hemos hablado de eso, de los hijos que no han nacido. De los bebés que no nos han desvelado de madrugada, de los niños que no nos han ensuciado las paredes, de los restos de verdura sobre el plato, de las heridas que no tuvimos que curar, de los adolescentes que no nos han hecho sufrir cuando se hacía tarde. Quizá todo eso también sea un fantasma.»

La primera novela de Aránzazu Gordillo es una obra perturbadora cuyo argumento gira en torno a la vida de una pareja que ha llegado a la vejez dejando por el camino algunos sueños inconclusos en forma de vacío. Quica y Tobías viven en una urbanización llamada El Edén, en una casa grande con jardín que compraron con la intención de llenarla de hijos que nunca llegaron. Él es dueño de un taller mecánico. Ella se inicia tardíamente en el extraño oficio de pitonisa, leyendo las cartas del tarot a través de una línea telefónica. Tan solo tienen contacto estrecho con Carmen, la hermana de Tobías. Por lo demás, la soledad parece engullirlos día tras día.

Por medio de una prosa limpia y sobria cargada de frases demoledoras, Quica va desgranando su pasado y su presente (¿también su futuro?) mientras espía los movimientos de los nuevos vecinos instalados en la casa de al lado. La historia se cuenta de forma fragmentada, como a brochazos, un recurso que Aránzazu utiliza de una forma muy inteligente, generando una expectación que crece exponencialmente.

La novela está llena de potentes imágenes: el gato, las cartas del tarot, la casa (sobre todo la casa). Podría decirse que la casa es un personaje fundamental en la historia, un elemento que le recuerda a Quica constantemente la frustración de no haber podido ser madre. La casa, en efecto, parece tener vida propia e incluso una se pregunta si la vida de esta pareja no habría sido distinta, más feliz, incluso, si hubieran vivido en otra parte. A este respecto, uno de los personajes reflexiona en un momento dado diciendo: “Por qué unas personas pueden llegar a ser felices en unos lugares y otras, en cambio, pueden llegar a ser tan desdichadas en esos mismos lugares”.

Abundan las reflexiones profundas sobre numerosos temas: el matrimonio, la enfermedad, el paso del tiempo y, sobre todo, la maternidad (o la no maternidad). Se advierten ecos de Fernanda Trías y quizás de Samanta Schweblin en estas páginas, pero Aránzazu Gordillo tiene su propio estilo, una forma de escribir intimista, reflexiva, a ratos perturbadora, que ya desgranó en su libro de relatos “Estos peces sin ojos”.

Aránzazu Gordillo ha publicado este libro en la editorial Maluma, sello al que tengo un gran cariño por haber publicado mi novela “La extrañeza de la lluvia”.

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