Mañana es 8 de marzo y se celebra el Día Internacional de la Mujer. Desde mi punto de vista, es un día importante y necesario, un día que conmemora la lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, una lucha que va obteniendo resultados poco a poco, pero a la que aún le queda mucho camino por recorrer.
Todos sabemos que existe machismo en la política, en el deporte, en el mundo laboral… Pero quiero aprovechar la conmemoración de este día para hacer una reflexión sobre si también existe machismo en el tema que nos ocupa: la literatura.
Antes de nada, me gustaría dejar claro lo siguiente: me encanta la literatura en su sentido más amplio y no escojo mis lecturas en función de si el libro lo ha escrito un hombre o una mujer. He leído libros estupendos escritos por hombres, del mismo modo que hay maravillas literarias cuyas autoras son mujeres. Es cierto que, en el caso de la literatura realista e intimista, siento un poco más de empatía hacia los personajes femeninos escritos por mujeres. Al fin y al cabo, nosotras, por el hecho de ser mujeres, conocemos mejor nuestra propia psicología. Pero solo es una preferencia sutil que no determina lo que leo o lo que dejo de leer.
Expongo a continuación algunas realidades que ponen de manifiesto el fuerte machismo que ha existido en el mundo literario y que, lamentablemente, todavía hoy continúa:
Mujeres en la sombra
Hasta el último tercio del siglo XX (es decir, hasta hace tres días), las mujeres no teníamos los mismos derechos que los hombres. El machismo era lo normal. Las mujeres que se dedicaban a actividades intelectuales eran una verdadera excepción. Por tanto, una mujer escritora del siglo XIX o principios del XX cuyo nombre haya llegado hasta nuestros días tiene, desde mi punto de vista, un doble mérito.
El deseo irrefrenable de escribir, a pesar de lo mal visto que estaba que una mujer escribiera en lugar de dedicarse al cuidado de su casa, llevó a muchas mujeres a esconderse detrás de nombres masculinos para poder publicar. Un caso muy conocido fue el de las hermanas Brontë, cuya primera obra, que las tres escribieron conjuntamente, fue publicada bajo los pseudónimos de Currer, Ellis y Acton Bell (nombres masculinos).
En España hay también ejemplos de estas características, como el también conocido caso de Cecilia Böhl de Faber, que tuvo que ocultarse bajo el pseudónimo de Fernán Caballero porque incluso su propio padre le había prohibido escribir al considerar que la literatura no era una actividad adecuada para una mujer.
Pero para mí, el caso más flagrante de los que tengo noticia, es el de María Lejárraga, un nombre que probablemente a muchos ni siquiera les suene. Esta mujer no solo estuvo escondida detrás de un nombre, sino que escribió a la sombra de un hombre de carne y hueso: su propio marido (Gregorio Martínez Sierra). Este escritor ha pasado a la historia por ser el autor de numerosas obras teatrales, algunas bastante conocidas, como Canción de cuna (de la que Garci hizo una adaptación cinematográfica). Sin embargo, posteriormente se ha descubierto que su esposa, María Lejárraga, era quien verdaderamente escribía las piezas teatrales que él firmaba.
Habrá quienes piensen que todos estos casos son ejemplos de mujeres que vivieron hace mucho tiempo y que hoy en día esto ya no sucede. Sin embargo, tenemos el ejemplo viviente de la archiconocida autora de la saga de Harry Potter. ¿Por qué una mujer a finales del siglo XX (años 90) decide publicar su primera novela con las siglas de su nombre en lugar de utilizar su nombre completo? Y, lo que es todavía más sospechoso, ¿por qué, después del éxito de Harry Potter, decide utilizar un pseudónimo masculino (Robert Galbraith) para publicar una novela policíaca para adultos?
Al hilo de esto, y buscando algo de información en Internet sobre el machismo en la literatura, encontré este artículo de The guardian del año 2015 en el que una escritora novel cuenta su experiencia acerca de un experimento que realizó: envió las primeras páginas de su novela a 50 agentes literarios, primero con su verdadero nombre y después con un pseudónimo masculino. ¿Y qué sucedió? Solo dos agentes se interesaron en su novela cuando la envió con su auténtico nombre frente a los diecisiete que lo hicieron cuando la mandó bajo pseudónimo masculino.
Los premios literarios: números que hablan por sí solos
En realidad, para mí los premios literarios no son en absoluto la mejor vara de medir la calidad literaria de una obra. Estoy convencida de que en los grandes premios hay otros intereses en juego a parte de los estrictamente literarios (no incluyo en el mismo saco a los pequeños concursos convocados por fundaciones, asociaciones, etc. cuya transparencia me consta que es mucho mayor). Pero desgraciadamente, la gente se fija mucho en quién ha ganado tal o cual premio y, por tanto, eso repercute de una forma gigantesca en la visibilidad de las obras literarias de las personas ganadoras de dichos premios. Por tanto, ¿qué pasa cuando los premios se conceden casi siempre a escritores hombres? Sucede que el trabajo de las mujeres permanece mucho más escondido. Se nos niega la visibilidad que probablemente merecemos.
Vamos por tanto a las cifras, porque los números nunca engañan.
Empecemos en primer lugar por el Premio Nobel de Literatura, el mayor galardón que puede recibir un escritor. La Academia Sueca ha entregado desde 1901 ciento ocho premios Nobel de Literatura, de los cuales solo 14 han sido otorgados a escritoras mujeres.
Vayamos ahora al Premio Cervantes, el galardón más importante para escritores de habla hispana. En los 38 años que lleva entregándose este premio, solo 4 mujeres lo han recibido.
¿Qué pasa con los grandes premios literarios? ¿Acaso no hay mujeres escritoras suficientes para que nosotras seamos elegidas con más frecuencia? ¿O es que piensan que las mujeres escribimos peor que los hombres y por eso no merecemos esos prestigiosos galardones?
La Real Academia de la Lengua
Por último, tenemos el caso de la Real Academia de la Lengua. En este artículo de El Diario que encontré en Internet dan un paso más y no hablan de machismo, sino de misoginia. A las pruebas me remito: solo 11 mujeres en tres siglos de historia, frente a casi 500 miembros masculinos. En la actualidad hay 8 mujeres de un total de 44 miembros. Hay un caso especialmente sangrante, el de María Moliner. Esta mujer ha pasado a la historia por ser la autora de uno de los mejores diccionarios en lengua española jamás publicados. Sin embargo, la RAE no apoyó su candidatura de ingreso, perdiendo la votación frente a otro filólogo de trayectoria mucho menos importante pero que, curiosamente, era un hombre.
Lo de la RAE es incluso más sorprendente que los premios literarios. La carrera de Filología tradicionalmente ha sido mucho más femenina que masculina. Sobran mujeres filólogas suficientemente preparadas. ¿Por qué, entonces, esa falta de consideración?
La lucha continúa
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como nuestra Constitución (tanto la española como la europea), establecen que todos tenemos los mismos derechos (independientemente del sexo y de otras cuestiones por las que se suele discriminar a la gente). Pero hay muchas evidencias que demuestran que la igualdad existe solo sobre el papel. El mundo literario es otro más de los numerosos ámbitos que tradicionalmente han dominado los hombres. Parece que aún cuesta salir de esa preeminencia masculina tan arraigada. Tengo en fe en las generaciones futuras, pero la lucha continúa.
Muy interesante tu síntesis para visibilizar las dificultades con las que se han encontrado y se encuentran muchas escritoras. Y esto ha sucedido y sucede en muchos ámbitos.
Estoy contigo, la lucha continúa! 💪💪
Un abrazo, Mayte!
Muchas gracias, Lidia. La lucha continúa, compañera.
La polémica está servida. De acuerdo a tus números, no cabe dudas que tienes la razón. Es hora de alzar la voz para ser escuchadas. Vaya trabajo que has hecho. Un abrazo.
Gracias, Macalder. Entre todos podemos cambiar muchas cosas. Un abrazo
Interesante trabajo, el talento no tiene género, a pesar de eso, ellas siguen teniéndolo más difícil. Es absurdo e injusto.
Buen trabajo
Besos💐
Muchas gracias. Sí, aunque parezca increíble, seguimos teniéndolo más difícil. Un abrazo.
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