El Director General entra en mi despacho y me dice que hay que despedir a Trinidad Fernández. Yo le respondo que por supuesto, que en esta empresa no queremos vagos, no queremos incompetentes, no queremos ineptos… El Director General se marcha a los pocos minutos, aparentemente satisfecho. Me recoloco la corbata y me siento frente al ordenador preguntándome quién coño será Trinidad Fernández.
© Mayte Blasco
Muy bueno.
¡Gracias!
A seguir la corriente si o si. Qué de bueno tu relato Mayte.
Qué casualidad, justo acabo de comentar en tu poema. Muchas gracias, Manuel
Por nada Mayte.
Muy bueno, Mayte. Y qué duro pensar que a veces puede funcionar así.
Un abrazo
Gracias, Úrsula. Yo creo que pasa muchas veces, aunque no de esta forma tan exagerada, claro. Un abrazo
¡Buen relato, Mayte! Supongo que puede llegar a ser así de impersonal. Probablemente no venga muy a cuento pero me ha traído a la memoria alguna escena de American Psycho (libro o peli), en la que los personajes «bailaban» los nombres y las personas, y todo parecía dar igual.
Abrazos, Jorge.
Muchas gracias, Jorge. Supongo que sí, que a veces todo da igual, que las personas dan igual… Un abrazo
Qué pena y vergüenza de personas en las que nos convertirmos domeñándonos para no salir esquilados….así va el mundo..
Así es, Ana, si quieres estar arriba no puedes tener escrúpulos. Menos aún sentido de la ética. Gracias por comentar
Depredadores y víctimas, el tema laboral es una selva en muchos casos. Los trabajadores son mano de obra impersonal y o te subes al carro o te caes.
Muy bueno, Mayte, corto e impactante.
Un besote
Gracias, Luna. Como le decía a Ana, los que están arriba no pueden permitirse el lujo de andarse con escrúpulos. Un beso.
Tu excelente microrrelato me ha recordado una anécdota. Cundo a mi amigo Jon Juaristi le llamó el Subsecretario a su despacho para comunicarle su cese como Director de la BNE, le preguntó: «Bueno, y ¿ahora qué vas a hacer?» Y Jon respondió: «Pues tengo a medio bordar una mantelería». El otro se quedó sin saber qué decir…
Jajaja… Esta anécdota sirve también para escribir un microrrelato.
Ha Trini, la puedo conocer yo o tu. Para la empresa es poco más que un numero, al que se le está haciendo el gran favor, de poder dedicar más tiempo a la familia o a viajar…
Todo lo demás son ganas de dramatizar y exagerar.
Mayte, te ha quedado un buen relato: corto y directo.
Un saludo.
Lo que pasa es que Trini necesitará el dinero para pagar hipotecas, colegios… y quizás no pueda dedicarse a viajar. Eso es lo que no saben o no les importa a los hombres de corbata.
Gracias por comentar. Un saludo.
Igual la pregunta correcta sería «quién coño soy yo».
Seguramente, pero esta gente no suele hacerse preguntas trascendentales.
La ley de la selva, si es otro, la rueda sigue girando…hasta la próxima
Así es, este mundo es una selva… Gracias por comentar.
Ja ja ja! Muy bueno.
Gracias!!
Gracias a ti!
Sinceramente si no conoce a Trini, esa empresa no me interesaría. No podemos ser solo números y tampoco podemos consentir que se nos convierta en meros números. Claro que a veces, el salario ayuda a alimentar las tragaderas. Es una pena, pero me temo que es también una realidad. Muy bueno Mayte. Un abrazo.
No podemos consentirlo pero lo consentimos porque necesitamos el dinero. Así es la vida… Gracias por pasarte. Un abrazo, Carlos
Muy bueno, Mayte. La vida, tal cual.
Un abrazo.
Así es la vida, sí, por desgracia. Un abrazo, Aránzazu.