Amistades perdidas

niñoHacía muchos años que Martín y yo éramos amigos; prácticamente habíamos crecido juntos. Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que Martín fue al baño solo. O el día que aprendió a escribir su nombre. O aquella vez que el Ratoncito Pérez le trajo un estuche con rotuladores de colores. Nos llevábamos tan bien que todas las tardes nos sentábamos juntos frente a la televisión y veíamos nuestras series de dibujos favoritas. A veces le acompañaba también cuando sus padres le llevaban de paseo. Pero aquella amistad que creía imperecedera se fue extinguiendo inexorablemente. Martín dejó de jugar conmigo y poco a poco prefirió la compañía de otros. Últimamente apenas nos vemos. Su madre me guardó en una caja junto a otros viejos peluches. Mi única esperanza es que, dentro de un tiempo no muy lejano, sus hijos jueguen conmigo con el mismo amor con que él lo hizo.

19 comentarios en “Amistades perdidas

  1. Que bonito relato. He recordado cuando mis hijos eran pequeños, porque mi hija hablaba con su inseparable peluche que era un hipopótamo y del que se hizo inseparable. Ahora ya de adolescente aún lo conserva pero no en un cajón, sino presidiendo la estantería de su cuarto.
    Un abrazo Mayte.

    1. Muchas gracias, Carlos. Ese hipopótamo tiene suerte. Mi hijo es pequeño y aún adora a su peluche preferido. Pero el otro día tuve una especie de ataque de empatía con ese peluche y me dio pena pensar que un día dejará de ir con él a todas partes como hace ahora. Un abrazo y gracias como siempre por dejarme tus comentarios.

    1. Muchas gracias, Luna. Yo aún conservo algunos peluches de mi infancia en casa de mis padres y me encanta que mi hijo juegue con ellos cuando vamos a visitar a los abuelos. Pobre Josefina, jeje… Un abrazo.

    1. Mi hijo juega con los peluches de mi infancia cuando vamos a ver a mis padres. Tal vez algo así suceda con los juguetes que aún conservas cuando tus hijos te hagan abuelo. Así tendrán una segunda vida. Un abrazo y muchas gracias una vez más por pasarte. Me encanta recibir tus comentarios.

  2. Mis hijos son ya mayores y me has dejado deslizando unas lágrimas por recordar aquellos momentos que fueron inocentes y uno los disfrutaba a más no poder. Tu pluma destila ternura y como sentimos tu relato como si fuera de uno, es por lo buenos que son.

  3. Vaya… Hace poco que recogimos varios «cienes» de quilos de juguetes de los niños, que ya no lo son tanto.
    En cualquier caso, siendo un tanto animista, como tú, con tanto arte, te has permitido serlo, creo que mejor guardado en la buhardilla que perdido en la calle. Algunos ha caído en la dura batalla de la infancia.

    1. Los juguetes se reproducen de una manera tan incontrolable que cuando te quieres dar cuenta tienes la casa llena (eso me ha pasado con mi hijo, y eso que yo no le compro casi nada, en su mayoría es de regalos que recibe). Quizá no se trata de guardar todo, porque es imposible. Pero en este relato se trataba del peluche favorito de un niño, su juguete preferido. Yo sí guardaré el de mi hijo cuando ya no quiera jugar con él porque para mí ese muñeco representa toda una época. Es más que un simple peluche. Abrazos!!

  4. Pingback: Amistades perdidas — El blog de Mae | sureño

Replica a Mayte Blasco Cancelar la respuesta