Había perdido la cuenta de todos los padrenuestros que había rezado aquella noche. “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Ésta era la letanía en la que más incidía, apretando sus rodillas doloridas, solo cubiertas por la fina sotana, sobre el suelo de piedra de la pequeña estancia. Él le observaba con el rostro compungido y decepcionado, las llagas abiertas y sangrantes, clavado en una cruz de madera tallada hacía varios siglos por un artesano devoto. “No volveré a hacerlo”, se repetía a sí mismo. Pero en el fondo, pensaba que no era solo culpa suya. La culpa la tenía ese monaguillo de juventud insolente. Nunca más volvería a mirarle a los ojos, porque esa mirada profunda de tonos verdosos era la mismísima mirada del diablo, que le provocaba una y otra vez. “No nos dejes caer en la tentación. Y líbranos del mal”.
Preciosa narración 🙂
No sé si «preciosa» es la palabra que mejor la define (por el tema que trata), pero gracias por pasarte y comentar. Un saludo!!
Me refería a la narración, a su construcción 😊 Un saludo!
Gracias, imaginaba que te referías eso. Un saludo!!
Un relato para abrir los ojos y estar atentos a los bestias que andan por todas partes.
Sí, Claudia, da mucho miedo. Un beso
Muy bueno. Escueto y directo.
Gracias, Sadire. Abrazos
con la biblia rezando, pero con el «mazo» dando…no?
No todos, evidentemente, pero algunos sí. Un saludo, Daxiel
Muy buen relato sobre un tema muy actual.
Saluditos Mayte!
Gracias, Little cat. Ojalá deje de estar de actualidad para siempre. Un abrazo
Un relato duro, que tu has hecho que parezca muy real.
Por desgracia es algo que se ha vivido y se vive dentro de la iglesia.
Besos primor.
Gracias, María. Es un tema que me pone los pelos de punta, pero me ha salido escribir sobre ello. Un beso
El problema comienza cuando una institución religiosa exige castidad a quienes eligen dedicar su vida a servir a los demás, obligándolos a desoír su naturaleza. Mientras no haya un cambio radical, lamentablemente continuarán produciéndose situaciones como la del excelente relato de Mayte; dolorosas para todos los involucrados, decepcionantes y detestables para el resto.
¡Un abrazo!
Muchas gracias, Saricarmen. Estoy de acuerdo contigo. La Iglesia debería modernizarse y modificar muchas de sus reglas. Un abrazo y gracias por aportar tu comentario.
Tremendo relato que sin ser explícito todos entendemos perfectamente. Otra cruel realidad. Muy bueno, Mayte. Un beso.
Muchas gracias, Luna. Un besote
Creo que es una excelente aproximación al pensamiento del delincuente que, arrastrado por las más bajas pasiones, busca el perdón y la autojustificación trastocando el sentido de la oración. Un beso.
Eso es justo lo que quería expresar con el relato. Muchas gracias de nuevo por leerme. Besos
De nuevo has dado en el clavo!
Ya te lo dije en una ocasión, y te lo repito, aunque me llames pesado: lo peor es lo bien escrito que está.
PS.—Yo cambiaría algún pronombre en la frase final:
«No me dejes caer en la tentación. Y líbrale del mal»
¡Gracias, compañero! Sí, está claro que ésos serían los pronombres adecuados de la frase, si la cambiamos para adaptarla al infierno en que vive el verdugo y sobre todo su víctima. Abrazos
Te has acercado con mucha precisión y sutileza a contar un problema muy actual, pero también lo has hecho de una manera firme y sin dar ni un solo detalle innecesario. Y eso amiga, no es nada fácil. Enhorabuena Mayte y un abrazo.
Muchas gracias, Carlos!! Me siento muy halagada por tus palabras. Tenía claro que el relato no iba a contener ninguna alusión explícita. Un abrazo!!
Muy bien, una vez más. El estilo dramático y sórdido es definitivamente el tuyo. Nos vemos!
Muchas gracias.