Ya se las apañarían para pagar las facturas. Lo importante en ese momento era invertir: una casa en Lavapiés, otra en la Avenida de América, acciones en la compañía eléctrica… Por desgracia, los negocios no funcionaron según lo esperado. El poco efectivo que les quedaba se agotó con el pago de impuestos y el abono de un par de multas. Una vez más, habían perdido otra partida de Monopoly.
Con este microrrelato he participado en el concurso de la Semana 21 de la XI Edición de Relatos en Cadena.
¡Ay qué pena! Eso es lo que les pasó a muchos: confundieron la vida real con un juego de Monopoly… Y los bancos ayudaron un poquito. Recuerdo que cuando pedí la hipoteca para comprarme una casa, el administrativo que me atendió me miraba alucinado de que la cantidad solicitada fuese tan prudente: ¡De verdad que no vas a aprovechar esta oportunidad para cambiar de coche, hacer un viaje, amueblar la casa y renovar vestuario! Y mientras hablaba desplegó ante mí un Monopoly…
Todos caimos en una trampa parecida. Pero por desgracia no se trataba de una partida de Monopoly… Un abrazo y gracias por comentar.
¡Suerte que se puede volver a repartir y empezar de cero! Muy chulo, Mayte 🙂
Un besote
Sí, menos mal. Ojalá en la vida real pudiésemos hacer lo mismo. Un beso
Creo que algunos confundieron el juego con la realidad. Y sin segunda oportunidad. Buen micro. Un abrazo.
Muchas gracias, Carlos. Abrazos
Y creo que ahora puede volver la burbuja inmobiliaria. Corto pero tan bueno como siempre. Es bueno seguirte la pista.
Gracias, Mac. La crisis inmobiliaria volverá, sin ninguna duda. Un abrazo