Dos meses habían transcurrido desde el día en que la tragedia le fue anunciada en aquellas cartas de colores vivos e imágenes inquietantes. Dos meses de angustia en que la muerte acechaba a cada paso que daba. Al principio, decidió tomar todas las precauciones que estaban en su mano: cruzar la calle solo cuando el semáforo estuviera en verde para los peatones, cortar la llave del gas cada vez que terminaba de ducharse, usar una mascarilla protectora en el metro y en otros lugares concurridos con objeto de evitar posibles infecciones… Pero enseguida su prudencia le pareció insuficiente. Caminaba por la calle con miedo a que alguien la acuchillara por la espalda, a que una teja se desprendiera de un edifico y partiera su cráneo. Los peligros se encontraban por todas partes y no había forma de sortearlos. Se dio cuenta de que pronto llegaría el día anunciado y de que ella no podía hacer nada para impedirlo.
Cuando se cumplía el día número sesenta de la profecía, un fuerte dolor de cabeza la despertó de madrugada. Se tomó un analgésico, pero el dolor era tan intenso que la pastilla no sirvió de nada. Decidió ingerir una segunda píldora, cuyo efecto empezó a notar transcurridos unos minutos. El alivio fue reconfortante; hacía mucho tiempo que no se encontraba tan bien. Observó la caja de analgésicos mientras una idea escalofriante encajaba en su cabeza. Ingirió otra pastilla. Y después otra. Y otra. Y así, la predicción de las cartas se cumplió por fin.
Se cuido de todo peligro, excepto del que habitaba en ella 😢
Así es. Muchas gracias por leer y comentar. Un abrazo
Tanto tomar precauciones y ella misma era la amenaza.
También se me ocurre que las cartas la sugestionaron, estaba convencida de que iba a morir y como no ocurría de otra manera… se hizo cargo.
(A una amiga le cayó una teja de un edificio, una buena brecha le hizo, vaya susto).
Besotes 🙂
El relato lo escribí pensando en la segunda alternativa que mencionas. Se sugestinó demasiado con la lectura del tarot y no pudo soportarlo. Un beso, Luna
Tú lo has llevado al extremo (o eso espero, que lo que ocurre en tu relato no sea algo normal), pero realmente hay gente «enganchada» a esta u otras artes adivinatorias. Para mí, es como admitir que el futuro está escrito. Y eso no me gusta… prefiero pensar que, mejor o peor, yo dirijo mi destino.
Eso es, hay mucha gente enganchada a los horóscopos y a este tipo de cosas. Reconozco que una vez me echaron las cartas. Yo no creía (ni creo) en eso, pero acertaron cosas bastante concretas… Fue un poco raro. Me dio un poco de miedo y nunca más me han echado las cartas. Pero sí creo un poco en el destino… Un beso
Dicen que son personas muy observadoras y en función de tus respuestas o reacciones saben por dónde orientar sus predicciones. Dicen, yo no sé. Esto me ha recordado la película Ghost, que Whoopi Goldberg hace de adivina, y hay alguna escena sobre esto. Quién sabe… Buenas noches 🙂
Buenas noches, Luna!!
¡Qué intenso! Lo que puede hacer la sugestión en una persona.
Besos guapa.
Gracias, María. Se creyó la lectura del tarot al pie de la letra. Un besote.
Buah, tanto mirar a sus espaldas y tomar precauciones… y mira, ella era su propia «asesina». Muy buen relato, Mayte. Un abrazo enorme 🙂
Muchas gracias, Lidia. Un fuerte abrazo
Dicen que hay ventanas a las cuales es mejor no asomarse porque miran hacia nuestro propio interior. Un besazo.
¡Las cartas mejor sólo para el mus!
O para el cinquillo o el chinchón. Un besote!!
Gracias Mayte. Siempre consideré esas prácticas muy peligrosas. Un besazo.
Vaya! Tanto cuidarse y se confió al final.
Muy bueno Mayte. 🙂
Gracias, Little. Un abrazo
Ella se encargó finalmente de cumplir la predicción. Son los misterios del ser humano y los miedos que habitan en nosotros. Un abrazo Mayte.
Muy acertado tu comentario, Carlos. Un abrazo.