La primera vez que ella ganó un certamen, él se puso muy contento. Lo difundió en sus redes sociales, la acompañó entusiasmado a la entrega de premios y se desgarró las manos aplaudiendo cuando ella subió al escenario a recibir su premio. Después del primero hubo un segundo, un tercero y un cuarto. Cuando ella consiguió su quinto premio, él llegó tarde al auditorio donde se celebraba el evento. Se sentó en la última fila y aplaudió discretamente cuando ella se levantó a recoger el diploma. Hoy es el día en que le entregan su décimo galardón. Él le dice que esta vez no puede acompañarla. «Tengo una cita con un cliente», se excusa. Cuando ella sale por la puerta, él coge una cerveza bien fría del frigorífico, se acomoda en el sofá frente al televisor y se dispone a ver la reposición de un partido de fútbol mientras piensa: «Putos certámenes…».
Sí pasa. Y con todo.
Me acuerdo cuando mi esposo recién abrió su consultorio, cada paciente era de ¡Wow! y cuando le llamaban por urgencias, a la hora que fuera ahí estaba.
Ahora tiene lleno de pacientes, ya no sorprende. Y cuando le hablan de urgencias pues a ver si puede, sino, pues no.
Así es, parece como si el cansancio se acabara apoderando de todo. En este relato, no obstante, he intentado enfatizar el desgaste de la pareja, es decir, la forma en la que él acaba aborreciendo de ella lo que al principio le entusiasmaba. Gracias por comentar, Julieta. Un abrazo.
No es bueno acostumbrarse a lo bueno, se tiende a despreciar el mérito que tiene cada logro. Por eso me gusta residir en una cochiquera, rodeado de marranos y gallinas, rebuscando con ellos entre lo que los pastores consideran que es comida. Eso sí, una vez resido la suite del Ritz y me hincho a gambas y caviar beluga desde la cama 🤣
Qué mérito tiene tu protagonista, a ver si nos revela sus secretos. Un placer leerte, compañera. Un fuerte abrazo. Adelante!
Nuestra protagonista es muy buena, ya lo creo, pero su marido se ha cansado de tanto éxito. Y de ahí se pueden sacar muchas lecturas… Un abrazo y gracias por comentar, compañero
A veces Mayte, somo muy poco empáticos con nuestra pareja y pasan estas cosas. Lo que a uno le gusta, al otro le cansa, sobre todo si a uno de ellos le hace brillar un poquito!! Triste situación la que a veces dejamos que llegue.
Besicos muchos.
Supongo que todo es cuestión de empatía, como bien dices. Gracias por comentar, Nani. Un beso
No estamos preparados para recibir el ansiado éxito, y más si llama en otra puerta.
Tienes mucha razón. El éxito tiene ciertos peligros. Un abrazo.
Efectivamente, el desgaste de la pareja. Vamos, que si todas las noches cenas pollo, un día te apetece repollo.
Un abrazo
Jajaja… Sí, supongo que de vez en cuando apetece repollo aunque no te guste. Un abrazo.
Dicen que «lo poco gusta y lo mucho cansa» aunque yo creo que aquí hay una situación -por parte del marido- no solo de falta de empatía hacia su pareja, sino también de aparición de celos por el éxito de la mujer. En todo caso, creo que el marido podía perfectamente seguir animando a su mujer, pero el desgaste de las parejas muestra estos entresijos. Un abrazo Mayte.
Lo has explicado de maravilla. Todo eso que cuentas es lo que les pasa a los protagonistas del relato. Un abrazo, Carlos.
Un tipo que se tira en el sofa a ver la reposición de un partido, no sé ni como llego al tercero….
Jajaja, pues sí, mucho aguantó.
No entiendo muy bien su postura. Si quieres a alguien te alegras de sus triunfos. Si yo fuera ella le daría una vuelta de tuerca. Gracias
El desgaste de una pareja puede conducir a estas situaciones. Gracias a ti por leer.
estoy de acuerdo, pero si algo se desgasta…es mi opinión. Ah! Gracias por seguirme.