Dulce hogar

escaleras edificioAunque sabía que llegarían ese día, ella no se preparó. Se sentó en el viejo sofá y esperó vestida con su camisón raído y sus pantuflas destrozadas de tanto arrastrarlas año tras año bajo sus pies. Cuando sonó el timbre, no se movió. Tampoco cuando echaron la puerta abajo. Todo transcurrió en un mutismo extraño; ni siquiera le dijeron “buenos días” antes de levantar su cuerpo frágil sin apenas esfuerzo. Agarrada al pasamanos, bajó con dificultad cada maldito escalón que separaba su casa de la calle. Algunas pancartas flotaban indignadas en el horizonte urbano.

37 comentarios en “Dulce hogar

  1. Un relato de impacto Mayte, el terrible delito social que tenemos hacia los desahuciados. Cuando conocemos que en la estructura productiva no cabemos todos y deberiamos exigir medidas para acoger a los sobrantes, porque la exclusión es el castigo de que imponemos a su inocencia. Y lo justificamos con que no se han esforzado lo suficiente presionando para expusar a otro. Un beso.

    1. El problema de los deshaucios es un tema que me hierve la sangre. Es una injusticia social de primera categoría que va en contra de los principios de una sociedad democrática. Gracias por comentar, Carlos. Un abrazo

      1. Y sabes lo que más me indigna, que sea un pobre funcionario el que tenga que dar la cara y aguantar los insultos, mientras el banquero de turno está metido en un lujoso despacho de la última planta de su edificio. Un asco de sístema.

      2. Sí, a veces parece que el Estado trabaja para facilitarle la vida a los banqueros y a los grandes empresarios, y no a la población vulnerable. En fin, no me tires de la lengua, Carlos, que como empiece no paro…

  2. Personalmente pienso que un banco que ha recibido miles de millones para ser rescatado, jamás, insisto jamás, debería desahuciar a personas con problemas por impagos. Debería formar parte del acuerdo del propio acuerdo del rescate.
    Por no hablar de fundamentos éticos, que a nadie importan.
    Muy buen relato. Un abrazo.

    1. Ya sabemos que los bancos solo quieren lucrarse a lo bestia y las personas les dan igual. Está en la propia esencia de ese negocio. Para mí lo verdaderamente grave es que un gobierno democrático lo permita y no haya leyes que controlen estos abusos. La Unión Europea está dejando bien claro y que hay cosas que no se pueden consentir (cláusulas suelo, etc) pero han tenido que pasar muchos años y muchos desahucios para que empiecen a controlar. Con lo del rescate ya ni entro… Una vergüenza en mayúsculas. Un abrazo, Carlos.

  3. Me enervo con estas cosas. Al final el inocente paga la incompetencia del poderoso. Bien —mentira cochina: mal, muy mal— estaba en la Edad Media, pero se supone que nos hemos civilizado siquiera un poquito…

  4. A veces solo bastan unas cuantas líneas para pintar un injusticia social tan arraigada hoy en día en nombre de la justicia inmobiliaria. Lo dices tan bien, que nos indigna sobremanera tu relato.

  5. Brutal cómo lo has escrito, brutal cuando sucede.

    Una vergüenza. Pero se está intentando poner remedio (asociaciones de afectados, ayudas a la vivienda, el tema de las claúsulas suelo, etc.) La lucha continua.

  6. Elblogdeursulina

    ¡Y nos siguen contando milongas, que España crece, que los jóvenes encuentran trabajo y bla bla bla!
    Eso sí, doy fe que disponen de bellos edificios ‘destinados, dicen, a dar apoyos sociales’. Por circunstancias, que no vienen al caso, acompañé a alguien a uno de esos edificios y salimos desolados y congelados en pleno verano. Dentro de ese edificio, aquí en Madrid, viven bien pero el lema de servicios sociales solo era un cartel de adorno.
    ¡Brillante tu descripción Mayte!

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