La mujer acunaba al bebé de pocos meses junto a su enorme pecho y entre sus brazos fuertes. «Duérmete, mi niño, duérmete, mi rey», le susurraba con dulzura. Estaba exhausta después de una larga jornada de crianza y de tareas del hogar. Cuando el bebé cayó en un sueño profundo, aún tuvo que esperar un par de horas más; los señores de la casa volvían a retrasarse. Y ya eran demasiadas horas, demasiados días, demasiados años cuidando de los hijos de otros mientras los suyos crecían sin ella y dejaban de ser los niños que un día fueron.
Es que duele llegar a casa y ver que tus hijos han crecido otro día sin ti.
Sin duda, y más si te sucede como a esta mujer, cuyo trabajo es cuidar a unos hijos que no son los suyos. Un abrazo
Qué triste y qué real. Siempre me emocionas, Mayte. Un abrazo.
Muchas gracias, Luna. Conseguir que te emociones con mis pequeños textos es un éxito para mí como escritora. Un beso
Una madre nunca debería perderse el crecimiento de sus hijos, es algo mágico. Y un padre tampoco, por supuesto. Pero la realidad puede llegar a ser muy diferente como recoges en tu texto. Imagino el dolor de esa madre. Un abrazo Mayte.
Sí, Carlos. Esta mujer, que es ficticia pero que representa a muchas mujeres reales, ha visto crecer a muchos niños pero a los suyos no. Un abrazo y muchas gracias, como siempre, por tu presencia.
¡Que duras eran esas historias! El mejor placer de una mujer y de un hombre también es ver crecer a sus hijo. ¡Que no nos quiten nunca el porqué vinimos a este mundo!
Gracias por comentar, David. Estas historias siguen pasando, por desgracia. Un saludo
Triste realidad la que viven algunos. Y que poco se quejan. En fin, muy buen micro y gran crítica la que escondes detrás de esas palabras. Enhorabuena. Un abrazo, Mayte! 😊
Muchas gracias, Lidia. Si las palabras sirvieran para cambiar el mundo, qué gran papel haríamos los blogueros… Besos, amiga!!
Cuánta razón tienes! Ojalá fuera así…
La vida de Tatas y Amas de cría, las criadas expulsadas del rural en busca de unas pocas pesetas, sustituidas hoy por mujeres emigrantes legales o ilegales. Un texto oportuno para sacudir conciencias justo después del Uno de Mayo. Acabé Las vidas que podemos vivir. Es una estupenda novela muy bien escrita, en la que me da la impresión de que has volcado todo. Sólo la última página la hubiera resuelto de una manera distinta. Claro es que soy un señor algo mayor.
Un beso tardío por causa de la deficiencia de cobertura.
¡Qué sorpresa! No sabes cuánto te agradezco que le hayas dado una oportunidad a mi libro. Me hace muchísima ilusión que lo hayas leído y me encanta saber que te ha gustado. Pasé más de un año escribiendo ese libro y sí, lo di todo, la verdad. ¿La última página o el último capítulo es lo que cambiarías? Voy a atreverme a pedirte otro favor (solo si quieres): ¿podrías dejarme una pequeña reseña en Amazon en la que reflejes brevemente tu impresión sobre la novela? A los escritores desconocidos esas pequeñas valoraciones pueden ayudarnos un poquito. Muchas gracias de nuevo, Carlos, por estar tan presente aunque no nos conozcamos. Un fuerte abrazo
Sólo modificaría la última página Mayte. En cuanto retorné a la meseta, cuenta con esa reseña. Un abrazo.
Bonita y triste historia, me ha emocionado, la verdad. Un apunte: lo de esta mujer es triste ya que no disfruta de sus hijos por cuidar de otros, pero también puede extrapolarse a muchos otros trabajos donde padres y madres se pierden gran parte de la infancia. Besacos!
Muchas gracias, Sadire. Sí, tienes razón. Hay mucha gente que se pierde la infancia de sus hijos porque son esclavos del trabajo. Un beso!!
Un hermoso texto, lleno de dureza y dolor. Muy emotivo Mayte, me ha gustado mucho.
Besos de luz.
Muchas gracias, María. Besos de luz para ti también
Que buen relato, Mayte!!! He tenido esa sensación alguna vez por mi trabajo y si, es difícil saber que tienes a tus hijos lejos y creciendo sin ti, mientras educas a otros.
😘😘
Muchas gracias, Mukali. Eres profesora? Bueno, piensa que educar a los niños (a los que no son tuyos también) es una de las tareas más hermosas e importantes de la sociedad. Un abrazo
Y es que una cosa es contratar a una persona para que cuide a la prole por motivos inexcusables, y otra es por vicio…
Esa es la otra lectura del relato, que hay gente que yo no sé para qué tiene hijos si luego no les hace ni caso. Un saludo!!
Es una espinita que se quedará siempre ahí…
Abrazos, Ana!!
No hay duda que ver crecer a los hijos no aleja poco a poco de ellos. La ley de la vida dicen, pero no dejamos de ser padres nunca. Corto tu relato pero nos llegue igualmente porque lo haces estupendamente.
Muchas gracias, Mac. Un abrazo
Qué pena…
Guau…increíble y cierto Me encanta tu texto.
Muchas gracias. ¡Un saludo!