La fiesta sorpresa

brindisNo esperaba recibir ninguna visita cuando escuchó el timbre. Al abrir la puerta, se los encontró a todos allí. Había venido su hermano, al que hacía meses que no veía. Estaban sus amigos del pueblo, sus antiguos compañeros de universidad, sus colegas del trabajo… La fiesta sorpresa resultó un gran éxito. Hubo comida, bebida y música. Algunos contaron chistes; otros, anécdotas del pasado que hicieron brotar algunas lágrimas. Cuando todos se marcharon, ella pensó: “Tantos años, y se acuerdan de hacerme una fiesta ahora que voy a morir”.

27 comentarios en “La fiesta sorpresa

  1. Me estaba imaginando que ya estaba muerta, casi… Es algo que pienso muchas veces, una vez que perdemos a alguien hacemos misas, nos juntamos para recordarle y contar lo buena persona que era… pero no fuimos capaces de decírselo cuando vivía. Deberíamos hacerlo antes, decirle a la gente que nos importa lo que sentimos.
    Siento extenderme pero precisamente hoy hubiera sido el cumpleaños de un muy buen amigo que perdí hace más de un año, cuando estaba enfermo le dije que me pidiera cualquier cosa que necesitara, que lo haría encantada. Me contestó que ya lo sabía. Y yo sé que él lo sabía, que yo hubiera hecho cualquier cosa y que le quería mucho, y eso me da una paz que no puedo explicar.
    Te echaba de menos, Mayte. Un besote.

    1. Ay, Luna, siento lo de tu amigo… Efectivamente, este pequeño relato lo escribo con esa inrención. A veces nos cuesta tanto decir lo que sentimos… Perdemos el tiempo y cuando quereremo hacer o decir algo puede ser demasiado tarde. No sabes la ilusión que me hace que me digas que me has echado de menos. Últimamenre estoy muy liada y quizás también menos inspirada… Un abrazo fuerte

  2. La verdad es que yo no me esperaba el final, me ha dado pena, es una muy buena historia, la verdad es que a mi me han dado un par de fiesta sorpresas y te prometo que ni imaginármelo. Se te queda cara de tonta. Jajaja
    Besazos guapa.

  3. Ese final deja un sabor agridulce, pero comparto el sentido de la entrada, tendemos a celebrar las ausencias y no las presencias, es algo que a mi particularmente me resulta chocante.
    No me gustan las fiestas sorpresas, soy demasiado coqueta para eso, una vez me hicieron una y llegué a casa con unos vaqueros, una camiseta, unos deportivos y sin ni siquiera un brochazo de colorete, no no, a mi que me avisen que vaya como una reina jajajaja

  4. @lidiacastro79

    Ostras, qué mal!! Y es que la vida a veces es así de injusta!! ¿O debería de cir los amigo en vez de la vida?
    Muy bueno, Mayte! Me has dado en qué pensar.
    Un abrazo fuerte 😊

  5. Las fiestas son bien recibidas, la oportunidad de las mismas es otra cosa. Pero siempre es mejor expresarse antes de que suceda algo irreparable, que si no quedan muchas cosas pendientes y hablo por experiencia. Como te ha dicho Luna, se te echa de menos.
    Un abrazo Mayte.

    1. Tienes razón. Hay que elegir el momento apropiado para hacer una fiesta así. Seguramente la protagonista lo habría disfrutado más en otra ocasión. Qué ilusión me hace que me digáis que me echáis de menos. Me gustaría estar más presente, pero la falta de tiempo devora mis días. Un beso fuerte

  6. Un hermoso gesto de amistad y afecto. Pero la frase final me deja pensando en si habrán ido a verla porque saben que morirá pronto o sólo por hacerla vivir lindos momentos. Sólo pequeños detalles o gestos bastan para expresar a otros nuestro cariño, pero a menudo lo olvidamos.
    También yo te había extrañado, Mayte.
    ¡Un gran abrazo!

  7. Tiene un fondo vital impresionante este relato y me da mucho en que pensar. Eso lo convierte en un regalo personal. Gracias Mayte. Ni me gustan las fiestas, ni las celebraciones de ningún tipo, pero lo disimulo bastante bien. Un beso.

    1. Muchas gracias, Carlos. Qué gran honor ofrecerte un regalo en forma de pequeño relato. Muchas gracias a ti por interpretarlo de esa forma. A mí me gustan algunas fiestas. Las que son por obligación no… Un beso

  8. La sorpresa desvaloriza lo festivo, somos tan contradictorios los humanos, que no racionalizamos la vida especulando mover sentimientos escudriñados. Vida y muerte van de la mano tarareando la canción del mecer, en un delgado filamento al viento, sobre un acantilado al atardecer…

  9. Pingback: ¡Abran sus apuestas!

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