Él también se rio cuando el Chivi le puso la zancadilla al chico nuevo. El muchacho se levantó, confuso, palpándose con los dedos la sangre que emanaba de su nariz etrusca. Él también se rio. ¿Qué otra cosa podía hacer? La risa infame era como una enfermedad contagiosa, transmitiéndose de un alumno a otro sin que nadie fuese capaz de frenar su expansión. El nuevo estudiante se alejó caminando con ese andar elegante al que muchos llamaban afeminado, amujerado, amariconado… Él lo miró mientras se marchaba, aún con la risa dibujada como una máscara cosida en el rostro. Lo miró, mientras el Chivi trataba de imitar su forma de andar, colocando el trasero hacia atrás en un gesto soez que en nada se asemejaba a la postura refinada de aquel muchacho. Lo miró. Lo miró. Y pensó en salir corriendo tras él, limpiar la sangre de su cara, tal vez invitarle al cine, quizás amar sus ojos verdes…
Bienvenida Mayte, se te extrañaba.
Una historia que por desgracia ocurre, personas que para disimular su manera de ser atacan y dañan. Muy buena, como siempre.
Besos.
Muchas gracias, María. Yo también echaba de menos pasarme por aquí, pero estoy muy liada últimamente con muchas cosas. En cuanto pueda me paso a leer qué has escrito últimamente. Un besote
Muy buen micro, un tema que hoy, además, está muy bien escogido por ser el día del Orgullo Gay.
Debe ser tremendo sentirse de una manera, pero no poder mostrarlo por miedo, por el que dirán o harán…
Abrazos, Mayte 🙂
Muchas gracias, Lidia. Sí, por eso lo publiqué ayer. Me parecía que el tema encajaba con la celebración del orgullo gay y con el mensaje de que no se puede ocultar lo que uno siente, digan lo que digan los demás… Un abrazo, amiga.
¡Genial!
Me ha gustado mucho, habla mucho de lo complejos y contradictorios que somos los seres humanos, muy bueno como siempre 😀
Muchas gracias, Iñaki. Un fuerte abrazo.
Muy bueno, Mayte. Que no acepten lo que sientes es muy duro, pero también lo es tener que esconderlo.
Un besote
Sobre todo en esas edades, cuando aún no eres lo suficientemente fuerte y maduro para que «te resbale» lo que digan de ti. Un beso, Luna.
Odiamos y rechazamos aquello que nos resulta incomprensible y así, sin ser conscientes, somos analfabetos. Un besazo.
Así es, Carlos. Un beso