A diferencia de su hermano, mi novio no sabía montar en bicicleta. Me parecía triste y extraño que, siendo gemelos, uno supiera manejar una bici y el otro no. Aquella tarde nos fuimos juntos al sabinar. Había pocas cosas excitantes que hacer en aquella isla y una de ellas era pasear en bici hasta la cala escondida tras el bosque de sabinas. Hacía calor en la maldita isla, un bochorno denso y opaco. Nos bañamos en la cala los dos solos: yo y el gemelo que sabía montar en bicicleta.
Hoy, después de muchos años, he vuelto con mi marido a la cala del sabinar. Hemos pedaleado hasta allí atravesando el bosque y nos hemos bañado en las azules aguas de la cala. Mientras me besaba, he recordado con cierto aturdimiento. Tal vez ha sido debido a un golpe de calor, a una inoportuna insolación. “¿Te acuerdas? Fue justo aquí donde tú y yo por primera vez…”. Me ha mirado extrañado y he callado abruptamente. No, en aquella época mi marido aún no sabía montar en bicicleta.
Con este relato participo en el concurso de Zenda #historiasdebicis
Los recuerdos o la traición del inconsciente o un asunto pendiente más allá de los pedales. Que buen micro. Un besazo.
Una traición escondida durante mucho tiempo… Muchas gracias, Carlos. Otro beso para ti
Vaya, vaya, parece que el hermanito no solo aprendió a montar en bicicleta el primero… Muy bueno, Mayte. Me da pena el gemelo-marido 😦
Un besote
Era muy espabilado el otro gemelo, sí… Un beso
¡Y suerte!
¡Gracias!
El calor juega muy malas pasadas…
Un abrazo.
Eso parece… Muchas gracias por pasarte, Estrella. Un abrazo
Suerte en el concurso! 🙂
¡Muchas gracias, Hannah!
¡¡Ohh!! ¡Trágame tierra, habrá dicho ella para sus adentros!
¡Muy buen micro, Mayte! ¡Suerte en el concurso!
¡Un gran abrazo!
🤗🤗🤗😘😘😘
¡Muchas gracias, Sari! Un abrazo fuerte
Me gusta, un relato que me trae recuerdos
Muchas gracias, Pippo.
Yo reconozco que veo poco, pero supongo que reconocería a mi cuñada…
Jajaja… Ya ves, el chaval se despistó o no llevaba las gafas puestas.
Jaja! Vaya desliz! Seguramente después ya nada fue igual entre los dos (o los tres). 😀
Saluditos Mayte! 😉
Un desliz imperdonable. O quizás fue una liberación. Un saludo, Little cat
Lo leí ayer por la tarde y me tiré un ratazo cavilando, jajaja… Es muy bueno, picante e ingenioso. Lo primero, que la foto talmente parece de una cala de Formentera, donde justamente el puerto se llama La Sabina. Pues ayer no acababa de entenderlo, venga pensar… serán cosas mías, es obvio. A ver, lo que quieres comunicar sí que lo pillé, obviamente: sexo con el otro gemelo, el no novio. Pero lo encontraba bastante confuso. También fue porque esas palabras que se escapan las puse en boca del marido, por eso no me cuadraba y no entendía. Al cabo de unas horas sí lo entendí correctamente. Pues yo creo que tu relato tiene más miga de la que aparenta. A ver, porque lo que me hizo darle tantas vueltas, aparte de mi espesura y confusión, fue el cómo y el cúando de los acontecimientos. El cómo, sobre todo. Me dio por pensar que el otro gemelo se había hecho pasar por el novio, sin que ella se percatara, y que por eso habían tenido sexo, creyéndose ella… eso supondría que el gemelo le había colado un golazo a ella (aparte de colarle algo entre las piernas, claro). Pero no, ella sabía con quién lo hacía, ¿no? Lo que tampoco entendí de entrada es que ella cometía ese imperdonable desliz verbal, fruto del calor o el aturdimiento. Las complicaciones o matices no visibles creo que son muchas: no implica necesariamente que esa ocasión en que se bañaban solos fuera cuando tuvieran sexo, podría haber sido más adelante. También hay como un ligero matiz de que el marido aprende a montar en bici más adelante. O no, no me queda claro pero lo parece… en fin, ya ves cómo llego a darle vueltas a las cosas.
Aún otra cosa más: este relato tuyo me hizo pensar mucho en una película, es muy posible que la hayas visto: Inseparables, dirigida por el canadiense David Cronenberg. Cronenberg siempre nos lleva a universos inquietantes o terribles.. En la película, Jeremy Irons da vida a dos ginecólogos que son gemelos. El gemelo lanzado y activo seduce a las pacientes y se acuesta con ellas, y luego se las pasa a su hermano, el tímido, que también se acuesta con ellas. Pero las mujeres no notan el cambiazo, he ahí. Después aparece una mujer que entabla ya unas relaciones más estrechas y emocionales, pero que también tiene sexo con los dos. Al final la trama se complica bastante. Pues esa hábil jugada de los hermanos «cambiamos de gemelo y el segundo obtiene favores sexuales con total ignorancia de las féminas» es lo que influyó en la lectura de tu micro, no sé si me explico. Qué hábil había sido el segundo gemelo, haciéndose pasar por el novio. Pero no, parece que no van por ahí los tiros.
En fin, creo que no me dejé ningún matiz, si no volveré. Sexo en el sabinar, bicis, y todo con un toque que puse yo de Inseparables. Ciao.
¡Guau, menudo análisis exhaustivo le has hecho a mi micro! Me encanta que te haya hecho cavilar. En cierto modo, por eso me gustan tanto los microrrelatos (tanto escribirlos como leer los que otros escriben), porque la historia suele dar lugar a distintas interpretaciones, y el lector tiene que llenar por sí mismo los huecos o matices que tan solo se insinúan en la pequeña historia.
No he visto esa película que mencionas, pero entiendo que te haya recordado a mi micro por lo que comentas del argumento. Y en cuanto a la isla y su sabinar… ¡no se te escapa ni una!
Un saludo, Whatgoes.
Vale, no has visto la película… pues es macabra y retorcida, como casi todo lo de Cronenberg (La Mosca, versión moderna), así que me alegro de habértela resumido. Sin duda influyó cuando leía el micro. Pero me compliqué demasiado la vida, de hecho después de leerlo no entendía cómo era que no acababa de entenderlo. Pensé «pareces tonto, tío», jajaja. Me hice un lío, porque ahora que caigo no tendría ningún sentido que el gemelo se hubiera hecho pasar por el novio. ¿Por qué? Obvio, el gemelo sabía montar y el novio no. Daba el cantazo. Y creo que a la inversa tampoco era posible el cambiazo, por lo mismo. Tienes razón, el micro y casi todos los micros se prestan a interpretaciones abiertas que corren a cargo del lector.
Entonces… ¿efectivamente es Formentera? Si es así, es que he veraneado muchísimo allí, hace años. Pero podría ser el Caribe.
Ah, mira, ahora que caigo, sería perfectamente posible la situación a la inversa: dos gemelos, uno sabe montar y el otro no, uno es novio de una chica. Y dos chicas, gemelas también, y entonces un día una se hace pasar por la hermana y se va a la cala y se tira al novio, jajaja, y nadie se da cuenta. Ciao.
Dicen que montar en bici no se olvida nunca. Y parece que otras situaciones tampoco se olvidan. Me queda la duda, si la historia fue real, o si le hubiera gustado a la protagonista que fuera real. El subconsciente nos juega malas pasadas. Y el calor veraniego… también. Abrazos.
Bienvenido, Carlos. Ya se te echaba de menos por aquí.
Calor, juventud y playa es una mezcla explosiva y peligrosa. Así lo sintió la protagonista. Un abrazo
Jajaja, interesante historia: la bicicleta, la isla, el bosque, el calor, el agua, el gemelo, el beso, los recuerdos. Muy buen microrrelato. También escribo narrativa. Me agradaría mantener la comunicación. Saludos
Muchas gracias, Yasel. Encontré tu blog y te estoy siguiendo. ¡Un saludo!
Después de leer tantas interpretaciones solo te diré: ¡Ups! Jajajaja
Besos primor.
Jaja… Has resumido muy bien lo que pudo sentir la protagonista. Muchas gracias por leer mis relatos restrospectivos. Un fuerte abrazo
jajaja… ¡qué bueno! ¡Genial!
Con dos simples párrafos nos has contado una historia plena de matices, incluso con su punto picante…, con un silencio a tiempo.
El título, al principio, me despistó pero al terminar de leer el relato le encontré todo el sentido.
¡Muy bueno, Mayte, sí señora!
Te felicito.
Un beso.
¡Muchas gracias! Me alegro de que te haya hecho reir. Mis relatos normalmente son muy dramáticos, así que me gusta saber que de vez en cuando me salen historias un poco más divertidas, jeje. Un beso
Mayte, estoy descubriendo tus relatos y no puedo parar de navegar de uno a otro. En este me he tenido que detener, yo sigo sin montar en bici (menos mal que no tengo ninguna hermana, ni gemela ni de ningún otro tipo). Me estoy acostumbrando a la media sonrisa que me dejan tus giros finales, exquisitos.
Muchas gracias por leer mis relatos, Diana. Nunca es tarde para aprender a montar en bici… El gemelo ciclista y la chica no se portaron muy bien, desde luego. Un abrazo