Era la madrugada del 1 de noviembre. Alguien de la terapia me había invitado a una fiesta de disfraces en un piso de Lavapiés. La casa estaba tan llena de fantasmas como mi cabeza. Solo quería ser una simple gata negra, pero todos los hombres me miraban. «Eres la Catwoman más sexy que he visto nunca», me dijo un tipo con un puñal clavado en su estómago ensangrentado de kétchup. Entonces, en la distancia, lo vi ataviado con su máscara y su larga capa negra. «Joder, Batman. ¿Me has seguido hasta aquí? ¿Es que nunca me vas a dejar tranquila?».
Con este relato participo en el reto de escritura de noviembre del blog de Lídia Castro.
Iría de Batman, pero seguro que era otro fantasma… con necesidad de más terapia.
Un besote 😉
Jeje… Y lo difícil que debe de ser ir por la vida creyendo que eres Catwoman y que Batman te persigue… Un beso, Luna
Los peores no son los fantasmas de las fiestas de disfraces, sino los de la vida cotidiana.
Muy bueno. Un abrazo.
Eso es, Carlos. Un abrazo.
¡Qué simpático, Mayte! Al comienzo me pareció de susto; pero luego cambió totalmente. ¡Estupendo; me gustó!
¡Un abrazo grande!
😘😘😘
Muchas gracias, Sari. Un abrazo fuerte
jajaja ¡Me encanta! Me has hecho reír. Ha sido un puntazo ese final. Me pregunto qué clase de terapia están recibiendo… pura curiosidad jajaja aunque como tú misma dices, mucho fantasma había en esa fiesta 😉
Muchas gracias por participar, Mayte 🙂
Un beso
De nada, Lídia, un placer participar en tu reto. La terapia, fuera la que fuese, no estaba dando los resultados esperados, jeje. Un beso
Es que están destinados el uno para el otro. Y no se puede ir en contra del destino.
Saluditos Mayte! 😉
Jaja… Va a ser eso. Un abrazo, Little
Yo… sólo quería decirte… (es que no me atrevo)… «miau».
(No me llames fantasma).
Jaja… Pero tú no eres Batman, ¿verdad?
¡No!
El lío se les ha colado en la fiesta y les va a traer de cabeza. Un abrazo.
Una fiesta excéntrica donde las haya. Abrazos, Carlos
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