Le encantaba introducirse entre la multitud sudorosa de bares atestados, agitando, al ritmo de la música, su larga melena rubia de princesa suburbana. Su local favorito era el Templo de la Luna, al que ella siempre siguió llamando así a pesar de los sucesivos nombres que los múltiples dueños rotularon en la entrada. Tantos hombres, tantas juergas, tantos años pasados… Tal vez ahora descubre, a destiempo, lo que el espejo de ese baño mugriento lleva años tratando de mostrarle.
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Con este relato participo en el reto de escritura del blog de Lídia Castro.
El blog de Mae 
Qué chulo, Mayte. Has descontextualizado lo que parecía evidente y has sacado la historia de la fantasía para traerla hasta una realidad cercana. Además, he podido oler el tabaco y ver la mugre de ese garito como si allí estuviera. ¡Me gusta! 😀
Gracias por participar 🙂
No suelo inspirarme mucho con los retos de escritura, pero mira, con el tuyo sí he podido. Un placer participar. Un beso, Lídia
¡Me encanta! Siempre le das ese toque tan tuyo.
Besos.
Muchas gracias, María. ¡Un abrazo!
Buen inicio… abrazo
Gracias, Rubén. Otro abrazo para ti.
Una visión íntima y muy realista, me ha gustado un montón tu relato. Un besazo.
Muchas gracias, Carlos. Un beso
Muy bueno, Mayte. Aunque me da rabia porque yo había pensado ambientarlo en una discoteca llamada El Templo de la Luna 😦 Ahora voy a tener que pensar otra cosa…
Un besote
Bueno, no pasa nada si lo ambientas en una discoteca llamada igual que mi garito. Seguro que te sale un relato totalmente distinto. Un beso, Luna
Una vez una amiga me regalò un espejo y prometió que me gustaría lo que vería allí…este relato me recordó eso.
Saludos.
Una buena amiga, ¿no? Un abrazo y gracias por pasarte y comentar
¡Uaaaala! Vaya respuesta al reto. Incluyendo, incluso, la carta extra. ¡Oooole!
¡Muchas gracias, Francisco!
Cómo me gusta esa melena rubia de princesa suburbana.
Una princesa suburbana siempre tiene que ser rubia. Y si es de bote, mejor, jaja
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