—Ayer lo vi por aquí. Estaba detrás de esos árboles.
—Si es verdad lo que dices, nos vamos a forrar.
Caminan los cazadores atravesando la espesura. El calor es denso a este lado de la selva, cercano al cauce del único río que aún fluye con abundancia. Un rugido próximo los alerta. Los hombres colocan los dardos sedantes en sus arcos de caza. El animal aparece ante ellos, pero las flechas atraviesan su cuerpo translúcido antes de evaporarse.
—¿Qué era eso?
—No lo sé. Pero no era un león real. Ya te dije que esos bichos se extinguieron hace tiempo…
Con este relato participo en el reto de escritura del blog de Lídia Castro del mes de marzo, donde el requisito es escribir un microrrelato con una extensión máxima de 100 palabras inspirándose en la imagen y en el dado:
Muy bueno… Da que pensar a lo que llegaremos, con flechas o sin ellas…
Gracias, Ángel.
Vaya, nos llevas a través de tus palabras a una escena futura (me da que no muy lejana) terrible. Las primeras extinciones no nos sorprendieron y nadie hizo nada. Al final, acabaremos por extinguirnos nosotros…
Muy buen relato, Mayte. No te deja indiferente y a la par entretiene con sus pocas palabras.
Muchas gracias por participar en el reto.
Un abrazo grandote 🙂
De nada, Lídia. Me ha gustado participar de nuevo en el reto después de un tiempo sin hacerlo. Un abrazo.
¡Muy bueno! Le dieron holograma por león…¡Enhorabuena! ¡Un abrazo!
Muchas gracias, Jorge. Un abrazo.
Un felino muy espectral y un escenario preocupantemente plausible y quizá cada vez más cercano.
El humano es el bicho más peligroso. Y malo.
Bye bye.
Pues sí, para bichos peligrosos los humanos. Un abrazo.
Esto solo lo para que nos extingamos nosotros, pero ya se sabe, mala hierba…
Muy bueno, Mayte. Un besote
Muchas gracias, Luna. Un beso
Acertado y amargo. Y muy bien escrito. Enhorabuena, Mayte.
Muchas gracias, Capitán. Abrazos
Nada mejor que leerte para mi noche de insomnio. A ver si encuentro esas flechas para hacerlo desaparecer. Buen relato.
Manuel
Gracias, Manuel. Qué malo es el insomnio. Un abrazo
A veces sucede pero ahí vamos. Un alivio es poder contar con tus relatos. Ahí se compensa el inconveniente.
Un abrazo
Manuel
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